domingo, 19 de julio de 2015

Yo y mis monstruos.

La vida es eso que pasa mientras cambias de canción. Zaz y Sidecars se alternan en una mezcla de agitación y calma. Mi madre me pregunta siempre que por qué visto con colores oscuros y a mí se me ocurre siempre la misma respuesta, pero callo. Es duro cuando la abuela intenta abstraerse de la perfección que tiene montada en su cabeza sobre mi. Amenaza con negar la existencia de su nieta ante conocidos y desconocidos y juega al chantaje del "te quiero si...", el "te quiero" con condiciones, el "te quiero pero si te rapas la cabeza ya no te quiero". Por qué el amor frena?. Cada vez que cojo unas tijeras siento la necesidad irrefrenable de cortarme el mechón que me roza el cuello pero no lo hago. Renuncio a una necesidad para que el pleito de amor se olvide, y eso hace endurecer mis nudillos. Mis puños no quieren ser sumisos. Cómo se nota que son hermanos del corazón ahora que le he reeducado. Sístole y diástole rugen subversivas.Las generaciones que me engendraron me utilizan como espejo para ser lo que ellos no fueron sin preguntarme si prefiero el rosa o el azul,(aunque todos sabemos que yo soy más de negro), y pelean por gobernarme. Yo discrepo. Ya tengo gobierno, gracias. Os perdono la osadía de ese cruel intento.

Papá, tú siempre te jactas de que te crió el viento y sin embargo tú me cargas de deberes y recortas mis derechos. Qué le voy a hacer yo si me enamoré perdidamente del mar y de sus sirenas y tú "por mi bien" me metes en una pecera. "Mismo sabor" me decías, yo lloraba: "aquí hay menos olas".

El cuento de puertas para dentro deja de ser para niñas a pesar de que ellas sí sean las protagonistas. Yo aún conservo esos rizos y aquella insaciable luz en estos ojos verdes, que convertían un lazo en una gorra con una visera que nunca miraba al frente. Toda la escena ocurría bajo la mirada de una madre bañada en decepción, anhelo y melancolía. 
Yo sé que me querían, pero de una manera tan distinta a como yo les quería. Yo nunca puse un "pero", era la única forma de querer que sabía. Me pasaba las noches gritando: mamá yo te quiero igual despeinada y sin arreglar, sin embargo ella discernía. Parecía que su canción favorita era esa de Mecano que sonaba siempre en algún bar esquinado del final de La Latina, esa que decía "maquíllate, maquíllate"y a así el mundo se me caía encima. Tanto se preocupó de cuidar mi apariencia física que yo omití esa parte y me dejé los codos desde muy pequeñita en colorearme el interior. 
Joder, jamás me arrepentiré de esa decisión. Me veía tan guapa en el espejo cada vez que construía un nuevo yo. Ahora sonrío y te digo: 
Mamá no soy esa niña lacitos que tanto pediste al cielo, yo vengo desde abajo aunque rara vez piso el suelo, mírame, soy esto. Quiéreme, soy esto.

Ps: Ya ningún pelo toca mi nuca. Los corté como hice con mis monstruos.

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